MI AVENTURA DE SER DOCENTE

MI AVENTURA DE SER DOCENTE
Tratar de definir el trabajo docente a partir de un concepto común a todos y cada uno de los maestros es tan difícil y tan sinsentido, porque no podríamos ponernos de acuerdo en qué es verdaderamente el trabajo que desarrollamos en nuestra profesión, con nuestro profesionalismo y como parte medular de nuestro desarrollo personal.
Lo que sí podemos hacer, es explicar qué hacemos en un día común y corriente en nuestro ámbito escolar; que comprende la escuela, el aula, lo administrativo, lo social, lo científico. . . en fín, todo un mar de acciones que nos corresponden y no sólo el hecho de "educar" como si esto último fuera lo más simple.
Mi llegada a la escuela de todos los días es, como orientador, la de estar en la entrada, recibiendo a todos y cada uno de los alumnos, saludándoles, dándoles la bienvenida, participándoles de una palabrita de ánimo; y al mismo tiempo, checando su presentación, su aseo, sus útiles y porque no, su actitud al llegar a la escuela y revisando si cumplen con los requisitos indispensables para empezar el día.
En seguida y durante todo el día, revisión de que los grupos esten completos, tratar de comunicarme con los padres de aquellos alumnos que faltaron para conocer las causas, estar al pendiente que los maestros estén en sus grupos respectivos; cumplir con lo administrativo y atender como orientador todos aquellos casos que así lo requieran.
Y ahí es donde está la labor enorme del maestro orientador, la de atender todos los asuntos que atañen a nuestra labor, con responsabilidad, con honestidad, con paciencia y buscando la verdadera solución a todos y cada uno de los problemas. Y cuando el caso lo amerita, hacer lo especial y atender la educación de los jóvenes estudiantes.